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  1. Deseo

    miércoles, 14 de octubre de 2015



    Navego en un mar galáctico entre lindos vagos recuerdos, de aquello que significó amor para mí.
    Un amor incómodo, sincero, precoz y con poco que decir, pero mucho que expresar.
    Un amor fronterizo, sólo estoy seguro de lo que hubo en este lado, del otro no lo sabré ni me enteraré.
    Y aunque la ley fronteriza nos impida volver, sé que los tratados internacionales que hubo entre los dos, no repetiré con otro país o ciudad.
    ¿Quién tiene las murallas grandiosas?¿los mares cristalinos y las noches deslumbrantes?
    En su lugar, donde la noche no era sinónimo de tristeza y soledad, sino de tranquilidad y sensualidad. Las noches tan negras comos sus medias. La luna moviéndose al ritmo del tiempo, como si bailara, girando y moviendo su falda. Con ritmos tontos, pero tiernos.
    Luna creciente, más esperado que el sol, duradero como la vida de un colibrí, brillante como un faro en alta mar.
    A altas horas de la noche, donde el deseo me respiraba en los ojos, se restregaba en mis narices y sólo me provocaba, no una calentura, si no un deseo, el deseo de abrazarla y no soltarla jamás.
    Sentir el universo desnudo con sus estrellas.
    Con jugarretas más rápidas que un cometa, provocadora como sólo ella sabe.
    Ella, que sabía mis respuestas incluso antes de pronunciar la pregunta y aunque el universo nos separara, sé que la voz te susurraría al oído mil veces, no el amor que te tengo, sino los votos que hice día con día y haré por el resto de mi vida.


    Su nombre es Julieta, esa chica que encontré en un viernes de enero.
    Un día tan lluvioso que la gente se refugiaba en la más mínima expresión de techo.
    Ahí iba yo, con un paraguas como el tiempo me había enseñado a la mala, caminando tranquilamente a mi hogar. No era nada cerca, pero no tenía prisa y no quería que aquella lluvia terminara.
    Ella pasó corriendo, casi tira el paraguas al pasar a un lado mío. No la oí disculparse, pero el semáforo la detuvo en la esquina y a medida que yo caminaba hacia ella, vi como el agua le empapaba la ropa, aún con el inútil intento de cubrirse con sus libros.
    La alcancé, y en un acto de misericordia la cubrí con mi paraguas. Ella sólo me miró confundida al percatarse de mi acto desinteresado.
    -Muchas gracias...
    -Casi me matas.
    -Perdón, no me fijé.
    Bajó la mirada al notar la culpa que ignoraba.
    -Por ser tú, mátame todas las veces que lo desees.
    Ella sólo rió, yo no me percaté de la profecía que acababa de nombrar, que yo mismo originé y que algunos meses después me destrozaría.
    Julieta, la que es un año menor que yo y es responsable. Julieta, que era más pequeña que las menores de edad, pero que a mí me encantaba más que la distancia entre sus hombros y el cielo.
    Julieta, la asesina de paraguas, que organizó una comida con sus padres solo para darme las gracias de aquel acto tan honesto. Julieta, la chica empapada que meses después me invitaría a su graduación como pareja suya. La chica vestida de color rubí, que me sedujo lejos del bullicio, en la parte trasera del edificio y que derivó en la penetración de los estándares de relaciones.
    Julieta,
    la chica,
    mi chica.



  2. Estancamiento.

    martes, 29 de septiembre de 2015


    Ahora es cuando me detengo a pensar un poco, alguien me lanzó una cubetazo, sin agua, en la cara, sólo para recordarme que la vida no es tan ligera como creía.
    Amigos, ¿dónde quedaron? Según yo los tenía. Eso hasta que me di cuenta que estaba solo en mi habitación, que no es la mía, solo yo, ni un mueble, sentado en el suelo, bebiendo una cerveza caliente. No hay nadie, no hay mujer que me ruegue atención, no hay amigos que me presionen a contar algo, no, no hay nada. El alcohol no me sabe igual, nunca me gustó, pero es lo único que puedo beber sin perder el sentido.
    En un hoyo, ahora que lo pienso, estaba en él, lo sabía, pero nunca quise salir de ahí. Nunca quise salir de ahí, nunca lo hice, pero ahora únicamente estoy yo ahí, todos partieron. La lluvia desbordó las orillas de poco en poco, me doy cuenta por la cantidad de lodo que hay a mi alrededor. Tengo que salir, sino me ahogaré en la tierra mojada, lo sé. Pero... ¿realmente quiero salir?
    A ver, exploremos las optativas, salir y buscar otro hoyo que pueda acogerme o ahogarme con el que ya tengo. Es obvia la respuesta, pero, ¿por qué me cuesta tanto decidirme? Supongo que no es tan fácil salir de un "meh" continuo de 4 años.

    Tengo una mujer, una mucho mayor, una que me causa gran admiración, un poco extremista pero que sabe lo que hace. Aún no sé lo que la llevó a su situación actual. Ella, que no avanzó a pasos agigantados pero se nota que ha construido algo bueno; se ha ganado mi admiración, mi respeto y algo que quisiera igualar.
    Ella, de la que he recibido algunos halagos; la que me dice "No estás acostumbrado a recibir halagos, ¿verdad?", "Llegarás lejos", "Tienes talento". Ella me sabrá perdonar, pero cuando me lo dice, siento que se refiere a otra persona.
    Ella que da los mejores consejos que he escuchado en mi corta vida, aquellos que no logro recordar cuando los necesito. Ella, que logra cosas extraordinarias aún en las cosas más minuciosas del mundo. Ella, que no conforme con lo que ve, siente, oye; investiga más, mucho más, habla consigo misma y con la voz de su voluntad. Ella, que siendo tan atareada, nunca desperdicia el tiempo para reír. Ella, tan delicada como una hoja, feroz como un huracán y resistente como una montaña. Ella, que es una heroína, una que nadie alaba, una que no sale en las primeras planas de los periódicos. Ella, que seguiría hasta el fin del mundo, de la que valdría la pena salvar de su mortalidad, que se ganó su presente exprimiendo su pasado, que dejando el sistema decidió crear el suyo. 
    Ella, que siendo mortal, sin duda la canonizaría. 
    Ella, que no solo es mujer, si no también un ejemplo de vida. 

    Ahí estaba yo, con el lodo hasta el cuello, los labios resecos, las orejas congeladas, más lodo que cuerpo. Ahí, con los ojos blanquecinos, con la boca sellada, esperando, esperando que se me diera la oportunidad, de qué, no lo sé pero, lo esperaba. 
    De pronto, vi unos zapatos. Una mano hurgando entre el fango, de la que nació mi mano arrastrada por la suya, me levantó y me arrastro a las orillas de aquel hoyo. 
    En esa orilla, se posó enfrente de mí una mujer. Una mujer vestida de ropas blancas, a la que la suciedad no pareciera afectar, pues eran más blancas que nada que hubiera visto en mi ahogada vida. Se hincó, sacó un pañuelo y me susurró "Confió en ti", limpió el lodo de mi cara. Tiró el pañuelo al suelo, se dio la vuelta y se fue. 
    Confundido por sus palabras, noté que sin saberlo, estaba a unos cuantos centímetros de salir de aquel hoyo, al que yo me había confinado. Queriendo usar mis brazos para arrastrarme afuera, sentí como si mis tobillos, atrapados por los nudillos de algo que emergió del lodo, me arrastrara de nuevo al precipicio, con fuerza, como si esta vez no volvería a salir nunca más. 
    -¡SUÉLTAME!
    -No estás listo.
    -No me importa, ¡nunca lo he estado!
    -Yo sólo quiero lo mejor para ti. 
    -Yo quiero... salir. 
    -Estarás sólo.
    -No me es ajena esa situación, mucho menos ahora. 

    Hubo un silencio tenebroso, poco a poco sentí la libertad de mis pies, y antes de caer victima de la deshidratación, me arrastré afuera, pocos metros adelante, pude notar pies descalzos que me esperaban como si lo hicieran desde hace ya tiempo. Pies, que nunca había visto en mi vida, pero sin saberlo, me querían.
    Esbocé una sonrisa y me desmayé. 



  3. Olvidar

    lunes, 29 de junio de 2015

    Olvidar es un actividad solitaria. El primer paso para olvidar, jamás será la separación, al contrario, quizás esa sea la peor idea para lograrlo. En realidad la separación sólo es, un caso de abstinencia, con la cual por supuesto comienza la guerra fría entre lo que se debe hacer y lo que te aniquila constantemente. Olvidar es un acto que se hace con toda dignidad para auto-humillarse, si se logra realizar con éxito, aquello de olvidar, bueno entonces estaremos en algún momento con la dignidad recuperada, como si nos devolvieran el crédito de una tarjeta en la que gastaste todo comprando el boleto de avión, que nunca despegó. Y ahí estaremos, esperando la llamada del servicio al cliente. En fin, que esto es el camino a olvidar, jamás comienza por la separación pero es un paso sano, claro, eso no se niega. Es el paso en el cual pones pies afuera del infierno, un pie en tierra de salvación mientras mantienes otro en tierra caliente.
    Primera llamada para el descanso futuro, se aceptan sugerencias.

    La música clásica siempre será la mejor compañera para la tranquilidad, o el silencio te susurra la muerte al oído mientras escuchas atentamente. Es curioso, uno recuerda las cosas más insignificantes, pocas veces las grandes hazañas, pocas veces las enormes proezas que resultaron de sacar el barco adelante con media popa tocando la corona de la arena al fondo de un oscuro océano particular. Uno recuerda los gestos, algunas palabras, recuerdas las intenciones, recuerdas el tono del llanto, eso nunca se olvida. Pero se recuerda más las sonrisas, algunas bromas, se recuerdan algunos caminos, es como escoger dulces raros y llevártelos en un bolsillo que simplemente vas a vaciar.
    En esto de olvidar, debemos estar conscientes de algo, jamás lo haremos totalmente. El acto de olvidar es en realidad una falacia, alguna propaganda pura que nos quiere convencer de algo que jamás va a suceder. En algún momento recordaremos todo, a todas las personas, en todos los estados y todos los desconsuelos.
    Deme una empanada de olvidar mal cocinada, mal lograda, mal llevada a cabo y pesimamente sazonada. Ya sé que el proceso de hacer la empanada requiere de su tiempo, sí sí, ya sé que de todas formas algo va a salir mal. Iba a mostrar con medio relleno asomando por un borde pero, claro que quiero la empanada. Ya sé a lo que me enfrentaré. Já, ¿qué me va a quemar el hocico?, lo sé, pero es que hay veces que uno entra en la cafetería y tiene que comer esa empanada con un café, lo sé. Pero por favor, a mí sírvamela con un whisky, yo sé lo que le digo.
    Uno recuerda las pequeñas cosas, algunas atenciones, algunos menoscabos. Yo por ejemplo, recuerdo mucho los silencios, recuerdo los momentos que no fueron míos, recuerdo observar más que el vivir. Se van de largo y al aire las palabras que usaron en declaraciones y en pleitos, pero recuerdo las veces en que observaba una persona mientras esa persona estaba absorta en otra actividad. Uno a veces es un triste ladronzuelo de imágenes, estamos aquí para eso, al menos algunos, para robar las cosas que no nos pertenecen y dejarnos robar la dignidad a cambio. No sé por qué uno está tanto tiempo con una persona o no sé por qué está uno poco tiempo con otra. Lo cierto es que vamos acumulando recuerdos en un costal que parece no tener fondo. Los recuerdos que más acumulamos son los insignificantes pero, en el ardua e inútil tarea de olvidar, uno se queda con los detalles más insignificantes olvidando los grandes problemas, quizá porque esos recuerdos, los pequeños, casi no se ven, no ocupan espacio en la cartera, ahí junto al condón para que cuando lo saques y lo vayas a usar con otra persona, ¡ahí estén! Ahí aparezcan y te hagan consiente que siempre vas a tener unas cuantas flores moradas, dentro de las aventuras de cama.


    Una vez que se rompa la alcancía, jamás se vuelve a juntar el dinero. O uno se aferra con toda su fiereza a lo más débil de una cuerda quemada. El paso más exitoso de olvidar es cuando la otra persona comienza a ser feliz con alguien más, o lo aparenta. Pero supongamos que en verdad la otra persona se ha librado de un ebrio escritor, como uno, porque hemos personas que matamos de poco a poco sin que sea el nuestro un acto de homicidio llamativo. Hemos más sigilosos, más calmos quizá, hasta más efectivos. No tenemos en nuestro arsenal metralla o explosivos de altísimo calibre, no. Hemos algunos que matamos con la tinta, con algunas líneas que dejamos ahí flotando en el estanque tranquilo hasta que llegan casi sin hacer oleaje, a causar la muerte. Es que se tiene que estar consiente que para que algo funcione jamás debes poner pólvora y prenderle fuego para ver si explota aquello. ¡Claro que lo hará! Y claro que te quemará la cara con gran estruendo, no puedes creer que eso no pasará. No hay química tradicional que funcione de diferente manera para algunas personas privilegiadas. Vamos, quizá te estés encontrando con que esa pólvora esté mojada ahora pero créanme, en algún momento secará y todo arderá, todo el maldito mundo arderá de la manera más hermosa que puede haber, consumiendo todo, cada centímetro, cada rama, cada parcela, cada hogar, cada refugio, todo arderá. El principio de olvidar cuando la otra persona comienza a ser feliz con alguien más, entonces, los caminos toman cierta perspectiva, incluso, hay alguna tranquilidad, no sabemos si la suerte de la otra persona esté echada definitivamente, pero al menos ese ya no es tu problema. Porque uno tiene suficientes problemas escribiendo poemas a las 3:58 de la mañana, como para tener que preocuparse de cómo dos mundos ajenos colapsan. Uno está muy ocupado tratando de sobrevivir, y dejar unas cuantas líneas decentes sobre el papel.
    Olvidar es un acto solitario, no se practica en un campo con otros 'olvidadores' profesionales. Olvidar, es un acto solitario que se acepta cuando se está vivo. Olvidar, no es un acto definitivo, sólo es un trato para mantener la paz con un ejército que no ha dejado de dispararte continuamente, cerca del pulmón. Olvidar, no es una palabra concluida, es un intento y es alguna esperanza raquítica y muerta de hambre, para poder seguir caminando con cierto desasosiego familiar.




  4. Feliz cumpleaños

    lunes, 6 de abril de 2015

    Te detienes justo enfrente de la puerta de madera.
    Hace mucho que no lo ves; ya hasta te sientes nostálgico tan sólo de pensar las cosas tan buenas por las que pasaron juntos. Es su cumpleaños y aunque sabes que no hará nada para festejarlo, llevas un regalo contigo. Un regalo, para él, amigo indiscutible, lo mejor que alguien, o tú, pudiera haber deseado en toda la vida.
    Sabes que le encantará, lo conoces demasiado, le fascinará el detalle y el hecho de que hayas llegado sin previo aviso. Haces un plan, uno bonito para llamar a la puerta: Tocarás, te esconderás y cuando él salga a confirmar quién lo busca, saltarás de la nada y con un grito de alegría y emoción, gritarás: "¡Felicidades!"

    Perfecto, escondes el regalo detrás de ti y te ocultas a un costado de la puerta. Tocas con una moneda el marco de la puerta, asegurándote que lo hiciste suficientemente fuerte como para que te escuchen.
    Después de unos largos minutos, nadie salió. Extrañado, vuelves a tocar perdiendo tu lugar de escondite; nadie sale. Entonces, con la misma moneda, vuelves a golpear la puerta. La puerta se desliza lentamente hacia dentro, estaba abierta.

    La casa en completa penumbra, sólo alcanzas a percibir las escaleras que dan justo enfrente de ti.
    Enciendes la luz y bajo un susurro de "permiso…" irrumpes en la casa de tu amigo. El primer lugar en el que buscas es la sala.
    -Él acostumbra estar ahí jugando en su ordenador y a veces con los audífonos a todo volumen, es normal que no me haya escuchado- piensas mientras atraviesas el pasillo y te diriges a la sala.
    Grande es tu sorpresa al no encontrarlo ahí.

    Colocas el regalo sobre el teclado del computador y tomas asiento para reflexionar un poco.
    -Tal vez salió, sus padres lo obligaron a ir a cenar con ellos hoy. Quizá le surgió un plan nuevo, de última hora y al no querer quedarse en casa, se fue. Mañana vendré a dárselo…- Te levantas, tomas el regalo que dejaste en la mesa y te diriges de vuelta la puerta.

    Al tomar la puerta del picaporte y quererla cerrar, escuchas ruidos venir del piso de arriba. Giras la mirada hacia los escalones, y deseando que sea tu amado amigo, cierras la puerta procediendo a subir las escaleras. Con suficiente confianza como para encender todas las luces que se te atraviesan en el camino, llegas al último dormitorio, si no mal recuerdas, es ahí donde duerme tu compañero del alma.

    La puerta está abierta y la luz encendida, tomas el regalo con ambas manos, dando un salto hacia dentro del cuarto y con un grito de emoción exclamas:
    ¡FELIZ CUMPLEAÑOS A…!

  5. Internet, ¿qué nos has hecho?

    viernes, 3 de abril de 2015

    En una época, en donde no nos hace falta mirar los ojos de una persona para enamorarnos perdidamente de ella; en donde las palabras sobran, pero las acciones escasean; en donde nunca faltan palabras para ofender y ofendernos. Nuevas sensaciones y más alegrías que cualquier cosa real nos llega a provocar. Nos gusta crear torbellinos en vasos de agua, torbellinos a los que sólo le damos importancia nosotros mismos. Queremos ser mares enteros, incluso océanos, pero ni a vasos de agua llegamos; aún incluso con nuestras olas dentro de él.


     Amiga mía, deja de llorar, ¿no ves que me rompes el alma en dos? A mí sí me importa, de verdad, lo que tú sientas. Ven, no te sientas mal, todo va a mejorar pronto, lo prometo. Ven, dame tu corazón, juro cuidarlo, lo llevaré a tierra santa en este recipiente de plomo. No tienes de qué preocuparte, yo prometo que cuando mueras guardaré tu corazón. Conmigo estará bien, no soy como el resto de las personas, soy único y especial, el indicado. Corazón valiente, atado a mí en una cadena, podremos hacerlo. Te prometo quererte, te prometo eternidad o por lo menos, 3 meses. Amiga, has de saber que tú eres y serás la única para mí; eres la que perfuma mi vida con el sueño de una flor. Vamos, no tengas miedo, inténtalo una vez más, yo te haré creer en el amor de nuevo. Quiero ser la excepción. Ahora no podré quererte como quisiera, pero verás que en un tiempo futuro, viviremos felices para siempre. Anímate, que yo te bajaré la luna, las estrellas y desbordaras tanta felicidad cuando te aplaste con ellas, cuando te desgarre el corazón con mis palabras y lamentos de amor. Vamos, que quiero destruirte cuando leas mis problemas, quiero agobiarte con la idea de que nunca me abrazarás o incluso besarás. Quiero ser la pantalla que te robe los suspiros, que te robe el tiempo, que te robe el pensamiento, que te quite el cuerpo y alma, así, justo como yo lo estoy. Para qué decírtelo, si ya lo sabes, que no tengo corazón. Por eso necesito el tuyo, para llenarme yo.


     No sé pero, pasar revisando Internet cada 5 segundos a la espera de alguna notificación, algún mensaje, alguna señal de que existimos para alguien, para sentirnos importantes, para sentirnos populares y así llenar nuestra propia soberbia. No, yo no puedo vivir así, mendigando opiniones para sentirme bonita o para sentirme querida. No quiero que sepan en donde estoy. No quiero exponer mis problemas y después decir que no se metan en ellos. No quiero que mi comida se vea bonita, que mis tacos se vean nostálgicos. No quiero enseñarle al mundo cómo hacer un cereal con leche o documentar mi vida. Mucho menos quiero que me vean hablando solo, con pedazos de plástico en las manos y gritándole a un cristal. No quiero hablar con aparatos, tampoco pasar horas sentado en una mesa en completo silencio. No quiero mirar gatos diabólicos, gente decapitada, top's de cosas perturbadoras, caídas graciosas, Fail's, Win's, Pornografía, Gameplays, Cover's, modas estúpidas. Nada de eso.
    Sólo quiero.… que me dejen en paz. Internet, no te metas conmigo y yo no me meteré contigo. ¿Por qué es tan difícil de entender? Devuélveme mi tranquilidad, mis tardes solitarias, mis lágrimas, mis risas, mis desesperaciones, mis angustias, devuélveme a mí.





  6. Nunca fuimos buenos uno para el otro.

    martes, 20 de enero de 2015


    Me gustaría ser certeza, me gustaría ser lo que no sé, lo que prometo, me gustaría ser lo que pienso y lo que es verdad, también me gustaría ser las mentiras, lo que quiero y lo que disto ser.

    ¿Quién te crees tú para saber de actos memorables! ¡Quién te crees? Sentimientos eternos y esas tantas basuras que se dicen, ¿eso te crees! Bueno, la mala noticia es que todos nos hemos creído eso y no lo fuimos, no lo fuimos desde el momento en que partimos y nos partieron las piernas en dos al romper una promesa, esa de amar por siempre, esa de regresar por alguien y no hacerlo cuando hubo oportunidad, somos eso que no cumplimos, somos de lo que vivimos, somos lo que nosotros mismos empezamos a olvidar de a poco, los golpes que le dimos a nuestra palabra por la espalda y las promesas que no cumplimos, eso somos; somos nuestras propias mentiras, somos la mitad de los hombres y la mitad de mujeres que prometimos al alcanzar la frase que se soltó antes del gemido primero de placer, antes de la penetración, antes de creer que el mundo se iba a terminar y no termino, somos los que siguen en el ayer por haber prometido lo que no cumplimos, lo que no sentimos, lo que nos dejó fuera de lo pensado, lo que el tiempo dejo sin saber: en el principio de los segundos. Hay, pero a veces, a veces es posible creer que en alguna ocasión las cosas serán diferentes, quizás intentando fuerte sin la rodilla en sangre al piso, quizás seremos silencios de los buenos, esos que queremos ser.



    He pensado lo pasado, lo que me llevo lejos y me trajo hasta aquí, he visto lo que soy y lo que somos juntos, y ahora me toca temblar con un whisky en la mano para pensar lo que no sabemos, pero queremos ser, queremos ser lo que en secreto pensamos, lo que en silencio anhelamos, lo que de cursis palabras se pueda rescatar para ser algo, juntos algo, algo que se pueda cumplir como lo que hemos hecho sin haberlo planeado, eso nos deseo; ser algo real, pero no un final inconcluso, ser un poco libres de lo que no pasó, acercarnos a lo que casi se logra. Poco, eso quiero y prefiero, ser poco y real, ser algo de lo que pensamos, quiero ser lo que extrañas, lo que pensabas que era lo mejor, la que estuvo a tu lado, no quiero ser aquella con la que soñaste sino aquella que te abrace cuando despiertes angustiado al final de la madrugada, quiero ser lo que veas al final de tus días, estar dos pasos tras de ti y a tu lado si se te escapa el deseo, quiero ser sangre si llegase a terminar la tuya, quiero ser la muerta que dio su vida por ti, ser la nota que espera su llegada y nunca apareció, alejarte de la ilusión y ser la realidad corta en la que me convertí para hacerte vivir, pequeños deseos, como ser el rostro que se escapa, el humo de cigarro, la que se levante a partirle la cara a la hija de puta que te hizo sentir mal y la que escuche todo lo que hiciste antes de haberte topado en el camino con el pedazo de cosa que quiero ser para ti, no quiero ser tu ideal prefiero ser tu realidad, tú momento vivido, ser lo que encontraste, consuelo del frío y de los engaños, quiero ser todo lo que no sé decir, aquello que esperas.

    El tiempo es lo que vivimos y lo que pensamos, los pleitos reconciliados, eso debemos ser, por que los pleitos definitivos eso no quiero ser, ten en mí el concepto de declaración abierta para tus caprichos, ten en mí la realidad y el piso que sientes al levantarte, ten en mí el intento sin cansancio, la noche acompañada que no termina, el sencillo verbal que va a donde necesitas que llegue para consolarte, ten en mi la pesadilla que te hace sentir vivo y el consuelo de aparecer al contento de tus deseos, soy la mujer que habrá de llorarte si mueres, soy la que te deje libre, si eso quieres, el trabajo doble si se requiere, soy aquellas palabras que te mantendrán despierto con pláticas inventadas y la que te revelará los pocos contados secretos que tengo, y de todo no lo sé, pero me gustaría saberlo contigo, soy lo que aún no descubro y me mantengo ignorante, totalmente, para saberlo contigo.